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02/12/2024

Seguridad y mucho más

Rosario Avilés / Martes, 29 Mayo 2018 - 13:04

El accidente de Cubana de Aviación, cuyo vuelo 972 se desplomó al iniciar el despegue del aeropuerto de La Habana el pasado 18 de mayo, tiene muchas más aristas de las que, en principio, se vislumbran y es una muestra clara de la situación real de la aviación en América Latina, tan adelantada en unas cosas y tan atrasada en otras.

De inicio, tenemos muchas naciones involucradas: México, sede de la empresa “Global Air” o Aerolíneas Damojh S.A. de C.V., y dispensadora de la matrícula XA-UHZ; Estados Unidos, lugar de fabricación del Boeing 737-200; Cuba, cuya empresa de bandera, Cubana de Aviación, tuvo que recurrir al arrendamiento húmedo de una aeronave de dudoso mantenimiento, además de que la gran mayoría de los pasajeros fallecidos eran de ese país.

También están involucradas Honduras, donde opera EasySky, y Ecuador, donde vuelan AeroRegional y Sudamericana de Aviación: las tres aerolíneas mantienen vínculos con la empresa dueña del avión; España, país de nacimiento del dueño de Global Air; y Panamá, donde –según El Universal– se afincan las empresas “madre” de Global Air: Meigas Aviation  23180 Inc. y Meigas Aviation Services LLC, que formaron parte de los famosos Panama papers.

En estos días pudimos escuchar numerosos testimonios de trabajadores y ex trabajadores de esta empresa, denunciando las malas prácticas, los bajos salarios, las jornadas abusivas y hasta los pagos diferidos. ¿Por qué no se habló antes de ello? Porque nadie se atreve a denunciar lo que se vuelve un modus operandi, en un ambiente donde ninguna empresa de aviación contrata a quien se atreve a cuestionar malas prácticas. 

Independientemente de la investigación, que seguro tomará meses, el fatal accidente nos muestra la cara oscura de esa aviación que existe al margen de los procedimientos y de la normatividad, cobijada por un sistema que no acaba de crecer y madurar, porque la aviación ha dejado de ser prioritaria, a pesar del número de empleos que crea, de su aportación al PIB nacional y de las inversiones que genera.

Tristemente, la amplia cobertura mundial del accidente en Cuba mostró sólo uno de los casi 70 que han ocurrido en el país en este año y que se aúna a los 73 accidentes y 66 incidentes del año pasado. Todos ellos ocurridos en aeronaves pequeñas, tanto de ala fija como rotativa, en la aviación ejecutiva y general y muchos de ellos en escuelas de aviación.

Pero esta situación no nació ayer. Los accidentes en los que fallecieron los exsecretarios de Seguridad Pública –en el sexenio de Fox–, y los dos secretarios de Gobernación –en el de Calderón– son parte de esta misma historia. Es un asunto sistémico, resultado de dejarle a la aviación las sobras de un presupuesto que se gasta en muchas otras cosas y deja de lado la seguridad de las operaciones aeronáuticas.

La mala idea de que sea la Secretaría de Hacienda la que reparta el presupuesto, según los criterios de personas que no entienden que la seguridad en aviación es primordial y que se requiere personal, equipo y capacitación, y todo ello implica recursos, está matando a esta actividad que debiera ser una de las más importantes en el país puesto que es un pilar para otras industrias y genera divisas ya sea directa o indirectamente.

Nos urge una política de Estado y de largo plazo, que tenga una visión comprensiva de esta actividad y que se tome en serio a la aviación, que sea capaz de crear las instancias necesarias (agencias federales de transporte y de investigación) y que tenga su presupuesto propio y autonomía.

Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.

E-mail: [email protected]; Twitter: @charoaviles

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