Pasar al contenido principal
12/12/2024

Se encienden alertas por armas nucleares y otras capacidades en la nueva carrera espacial

Fermín Romero / Viernes, 23 Febrero 2024 - 01:00

 De nueva cuenta los servicios de inteligencia estadounidenses resaltan el temor de que el presidente ruso, Vladimir Putin, intente colocar armas nucleares en el espacio, las cuales, de acuerdo con las fuentes consultadas, Rusia podría utilizar contra la extensa red de satélites estadounidenses en la órbita baja terrestre, en lugar de lanzarlas a la Tierra. El pasado 14 de febrero, Mike Turner (R-OH), representante de Ohio, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes estadounidense, alertó sobre una “grave amenaza a la seguridad nacional”, que incendió las redes sociales y medios de comunicación que comenzaron a especular sobre lo que estaba ocurriendo con algún tipo de capacidad nuclear rusa en órbita, caracterizada como una nueva arma o satélite de propulsión nuclear que transporta una carga útil de guerra electrónica, que es diferente a un satélite portador de armas nucleares; por lo que algunos miembros del Congreso y la Casa Blanca restaron importancia a la declaración del congresista Turner. Rusia por su parte desmintió dichas versiones.

El 15 de febrero el portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, confirmó que la referida amenaza está “relacionada con un arma antisatélite que Rusia está desarrollando”, aunque no se trata de una “capacidad activa que se haya desplegado” y que “no existe una amenaza inmediata a la seguridad de nadie”, en cualquier caso, dejó en claro que tanto la Casa Blanca como el presidente la están “tomando en serio”, pues cualquier tipo de arma antisatélite (ASAT) rusa en órbita sería un riesgo, pero un arma nuclear en el espacio sería una amenaza a la seguridad nacional, peor que un satélite de propulsión nuclear con una carga útil disruptiva de guerra electrónica (EW); aunque por diversas razones es poco probable que sea lo que Rusia esté planeando, sin proporcionar mayor información.

Es bien sabido que, en el contexto de la guerra fría, tanto la entonces Unión Soviética como los Estados Unidos efectuaron ejercicios detonando armas nucleares en el espacio, el más conocido el experimento Starfish Prime (una bomba nuclear de 1,45 megatones detonada a una altitud de unos 450 kilómetros sobre el nivel del mar) que aniquiló 8 de 24 satélites en órbita en ese momento; desde entonces ambas potencias mantienen emplazadas diversos tipos de armas en el espacio a pesar de que el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967 y varias resoluciones de las Naciones Unidas prohíben la militarización en prevención de una carrera armamentista en el espacio.

En la actualidad, existen en órbita miles de activos espaciales de gran valor por parte de las potencias y otros países, incluidos satélites civiles y militares, estaciones espaciales (EEI y Tiangong, con tripulantes a bordo), por lo que una explosión nuclear en órbita sería una pésima decisión que afectaría los activos de todas las naciones, incluidos los del país que lance el ataque, generaría pérdidas estratégicas, económicas e incontables desechos espaciales que nos colocarían cerca del síndrome de Kessler (reacción en cadena), con efectos inmediatos y duraderos en el entorno espacial, lo que significaría que todas las naciones, incluida la que emplea las armas y sus aliados, se verían afectados, impidiendo potencialmente el lanzamiento de misiones espaciales, pero además con la posibilidad de retroceder a la humanidad décadas atrás en sistemas de comunicación, servicios bancarios, entretenimiento y muchas otras áreas que dependen de los sistemas satelitales y el geoposicionamiento (GPS).  Desde el punto de vista geopolítico, estratégico y de defensa puede interpretarse que en el contexto actual la posibilidad de utilizar armas nucleares en el espacio es algo que, al menos a Rusia no le preocupa demasiado, dado que la guerra en Ucrania ha reducido sus capacidades espaciales -al grado que China ha tomado su lugar en la nueva carrera espacial (NCE)-, sin embargo, para mantener su nivel de potencia debe continuar mostrando capacidades en la NCE, al tiempo de continuar utilizando las armas nucleares en la Tierra, misiles balísticos intercontinentales entre otras armas para mostrar su poderío militar.

Algunos expertos han expresado que el desarrollo ruso de un arma ASAT transportada en un satélite de propulsión nuclear -con un pequeño reactor nuclear- para generar electricidad a bordo, es un escenario probable como nuevo uso para operar una serie de cargas útiles capaces de desactivar satélites, alimentar una carga útil de interferencia de radiofrecuencia para bloquear señales o una carga útil de microondas de alta potencia que podría quemar los circuitos de un satélite; aplicaciones que tienen mucho sentido en el espacio. Lo anterior, tomando el antecedente que en el pasado Roscosmos y la NASA han utilizado la energía nuclear en sistemas de propulsión (tecnología antigua), como ejemplo, están -respectivamente- los Radar Ocean Reconnaissance Satellites (RORSAT), equipados con un pequeño reactor y la sonda espacial Voyager de la NASA que utiliza generadores de energía nuclear; una fuente que proporciona energía todo el tiempo, en lugar de depender de paneles solares para cargar las baterías. Brian Weeden, director de programas de la Secure World Foundation (SWF), publicó en su cuenta de X (antes Twitter) que es probable que los rusos estén trabajando en un satélite EW (electronic warfare/guerra electrónica), propulsado por armas nucleares, especialmente considerando que Rusia afirma haber desarrollado un sistema de guerra electrónica (Ekipazh) capaz de interferir satélites en la órbita geoestacionaria, del cual existe evidencia que han desarrollado dicha tecnología, según The Space Review (2019);  aunque también es posible que las especulaciones sean equivocadas y se trate de algún otro tipo de arma contra espacial o alguna otra capacidad no nuclear. Lo cierto es que la economía y la defensa estadounidense dependen cada vez más del espacio y Rusia lo sabe perfectamente, por lo que es factible el desarrollo de esta tecnología para poner en jaque a los EE.UU. La ONU adoptó principios sobre el uso de fuentes de energía nuclear limpia en el espacio exterior, centrados en la seguridad y el uso pacífico que las potencias poco respetan.

En este contexto, también la Fuerza Espacial de los Estados Unidos (USSF) se encuentra en alerta por los sucesos por parte de Rusia y particularmente en China que cada día amplía su presencia en el espacio y particularmente en sus capacidades satelitales orbitales. La más reciente preocupación es el despliegue chino de satélites de imágenes en órbita geoestacionaria, China opera satélites de imágenes ópticas en GEO desde hace una década, pero las últimas capacidades incorporadas en 2023, son motivo de alerta porque el satélite de imágenes ópticas avanzadas, lanzado el pasado mes de diciembre, Yaogan-41, con una resolución de 2,5 metros, supone una mejora significativa respecto a los satélites ópticos GEO anteriores con un límite de resolución de 15 metros, lo que ha llamado poderosamente la atención de la USSF. Este nivel de fidelidad visual alcanzado permite a China detectar vehículos, aviones y embarcaciones en amplias regiones. El satélite de imágenes de radar de apertura sintética (SAR) basado en GEO, Ludi Tance-4, que observa a través de las nubes y la oscuridad, además de la resolución óptica de Yaogan-41, proveen ahora a China una vigilancia visual continua y de radar persistente sobre áreas estratégicamente importantes en los océanos Pacífico e Índico, Taiwán y China continental; junto con datos de otros satélites de vigilancia chinos, Yaogan-41, proporcionará a China una capacidad sin precedentes para identificar y rastrear objetos del tamaño de un automóvil en toda la región Indo-Pacífica y ponen en riesgo numerosos activos navales y aéreos estadounidenses y de sus aliados que maniobran en la región. En una colaboración previa hemos descrito estas capacidades y sus potenciales usos en el ámbito del espionaje, así como su utilidad en una potencial invasión de la isla de Taiwán por parte de China.

Esta cuestión tiene ampliamente preocupados a los funcionarios de defensa, especialistas en inteligencia del Comando de Sistemas Espaciales y del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, quienes están conscientes que estos nuevos satélites llevan la recopilación de inteligencia espacial de China a un nuevo y alarmante nivel. El 30 de enero en una conferencia de la industria, el ejército estadounidense consideró a los satélites Yaogan-41 y Ludi Tance-4 como un salto cualitativo en capacidades de seguimiento y focalización. Si bien la mayoría de los satélites de percepción remota operan en órbita terrestre baja -para un acceso más barato y una mejor resolución-, es significativo que China opte por invertir en activos espaciales geoestacionarios mucho más caros, emplazados a 35,786 kilómetros de distancia de la superficie de la Tierra. Es difícil identificar con precisión objetos pequeños desde esa órbita alta, pero si hay un elemento de interés particular, solicitarían a los satélites de la órbita baja terrestre (LEO) que lo observen más de cerca.

Para el ejército estadounidense es potencialmente problemático que un sensor óptico como el Yaogan-41 -en determinadas condiciones-, detecte aviones furtivos diseñados para no ser detectados por el radar. Sin nubes, se podría ver un avión con capacidad óptica, el gobierno chino señaló que el satélite SAR fue diseñado principalmente para uso civil. Sin embargo, el ejército estadounidense pone en duda tales afirmaciones, dada la falta de transparencia en torno a las actividades espaciales chinas. En el futuro, el Pentágono debe considerar que China podrá detectar y rastrear aviones, incluso aquellos diseñados para evadir el radar. Las nubes oscurecen los sensores espaciales ópticos y los algoritmos de inteligencia artificial cometen errores, pero los avances en las capacidades de vigilancia chinas pronto podrían producir una región Indo-Pacífica en la que no haya lugar donde ocultarse; de ahí que no sorprenda que las nuevas directrices del ejército estadounidense sobre operaciones espaciales -publicadas el pasado 8 de enero- reconozcan la probabilidad de que las fuerzas y aliados estadounidenses operen bajo vigilancia continua, señalando una mayor conciencia del papel del espacio en todos los aspectos de la guerra. Si bien tal vez no sea posible ocultar completamente las actividades a la observación satelital, las fuerzas estadounidenses en terreno tendrán que idear nuevas tácticas para generar confusión. A partir de ahora, el ejército estadounidense tendrá que recurrir a utilizar señuelos y desvíos para hacer más difícil la interpretación de los datos satelitales y discernir las actividades genuinas de las falaces. Los críticos pueden descartar las advertencias de la USSF sobre el progreso de China en el espacio como alarmistas, pero es importante que la Fuerza Espacial siga hablando de esto porque todas las ramas de las fuerzas armadas se verían afectadas por lo que sucede en el espacio. Es muy fácil para la comunidad espacial hablar entre ellos. Pero esta es una conversación que debe extenderse a todo el Pentágono y las fuerzas armadas para prepararse mejor para la NCE en la que el dominio espacial converge con la superioridad militar.

En este contexto, las instituciones de defensa y la NASA, reconocen que los EE.UU. se encuentran en una carrera espacial contra China por la Luna (en la que la investigación científica sólo es un pretexto, en realidad la explotación comercial y garantizar las capacidades defensivas son la prioridad) en la que existe un peligro latente, ser rebasados por los chinos aun con el vasto apoyo presupuestal con el que cuenta el NASA Artemis Program y los 36 países adheridos hasta ahora. En el contexto de la NCE en tan solo cinco años China -y su ambicioso programa espacial- se ha convertido en el mayor competidor de los EE.UU. y se presenta como la nueva potencia en el espacio, alcanzando éxitos, como desplegar un sistema de navegación por satélite, recolectar muestras lunares, aterrizar un robot en Marte, enviar astronautas a su propia Estación Espacial, anunciar planes para una misión tripulada a la Luna en esta década, entre otros logros que la consolidan como potencia espacial. La creciente democratización del acceso al espacio permite que nuevos países impulsen exitosamente sus propios programas espaciales: India, Japón, Corea del Sur, Indonesia, Irán, Israel, los Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Brasil, son algunos ejemplos de países capaces de realizar lanzamientos orbitales y misiones de exploración, además de las empresas privadas con ambiciosos proyectos espaciales: SpaceX , Blue Origin, Virgin Galactic, ULA, Northrop Grumman, Lockheed Martin, Airbus, Intuitive Machines, Astrobotic, como mega constelaciones satelitales para servicios de comunicaciones a la Tierra, estaciones espaciales comerciales, turismo espacial, minería espacial, entre otros.

El creciente número de países, sus agencias espaciales y empresas operando en la órbita terrestre y más allá, ha encendido las alarmas sobre la militarización del espacio. EE UU advierte de la competencia por parte de China y Rusia, en la que el espacio está siendo militarizado desde hace algunos años, según reportes de inteligencia. Hasta ahora, sólo Rusia, China, EE UU e India han demostrado tener armas ASAT, diseñadas para incapacitar o destruir satélites, con fines estratégicos militares, no obstante, se sabe que más países, incluidos Irán e Israel, están desarrollando o ya poseen capacidades contra espaciales similares. El creciente uso de empresas de defensa en la Tierra, tanto por parte de los estados como del sector privado, generará medidas similares para proteger los activos gubernamentales y privados en el espacio. Ante la perspectiva de una militarización del espacio, sumada a la carrera por la explotación de recursos espaciales, es pertinente destacar la urgencia de impulsar una nueva legislación espacial multilateral, acorde al desarrollo actual y futuro de la tecnología espacial y de la proyección de la raza humana en los confines del universo como especie multi planetaria o interestelar. La legislación actual vigente es insuficiente.

Lo he reiterado en múltiples ocasiones, no debemos replicar en el espacio los mismos vicios que como especie humana nos han llevado al borde del colapso en la Tierra, debemos evolucionar hacia un nivel más consciente de nuestro papel en el universo (Humanidad 2.0), en el que la convivencia pacífica forme parte de nuestro estilo de vida y se erradique la violencia para garantizar nuestra supervivencia y existencia. Asegurar el control del uso de armas en el espacio y garantizar el establecimiento de modelos de explotación sostenibles, evitará en el futuro inmediato que la creciente tensión geopolítica en la Tierra escale fuera de esta y tenga consecuencias irremediables en el medio ambiente espacial.

“Los  artículos firmados  son  responsabilidad  exclusiva  de  sus  autores  y  pueden  o  no reflejar  el  criterio  de  A21”

Facebook comments