El mensaje no podría ser más claro, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) deberá ser funcional a como dé lugar, cueste lo que cueste a quienes pagan impuestos y a la economía del país.
Primero fue la amenaza a las aerolíneas para operar rutas desde y hacia ese aeropuerto que, hasta hoy, no han funcionado y que les han arrojado en lo general números rojos, además de que está siendo subsidiado con nuestros impuestos.
Después se les siguió obligando al reducir el número de slots y de operaciones desde el aeropuerto Benito Juárez, con la intención de que las aerolíneas optaran por el AIFA, pero éstas prefirieron optimizar operaciones en aeropuertos como Guadalajara y Monterrey.
Al mismo tiempo, nuestro Aeropuerto Internacional Benito Juárez se va abandonando y se ha convertido en un verdadero caos en, prácticamente, todas sus áreas, trayendo como consecuencia no solo molestias a los pasajeros desde los mostradores, salas de espera, entrega de equipaje, en áreas de aduana y migración, sino también a las aerolíneas que siguen acumulando demoras y a veces cancelaciones de vuelos.
Por otra parte, se ha amenazado con abrir el cabotaje, o sea, permiso de operación de vuelos domésticos dentro de México a aerolíneas extranjeras, lo que sin duda sería una puñalada mortal a nuestras empresas aéreas mexicanas, que hoy mismo hacen grandes esfuerzos por su recuperación operativa y financiera, después del pasar el periodo de COVID-19.
No solo las finanzas de las aerolíneas de países que han permitido el cabotaje han sufrido grandes pérdidas y han provocado, incluso, quiebras de no pocas de ellas, sino que el golpe económico y social a esos países han sido de grandes proporciones viendo, incluso, desaparecer en un corto tiempo su industria aérea comercial.
El último paso que ha dado el gobierno de la 4T es la compra de la famosa marca Mexicana de Aviación y algunos de sus restos, para formar una nueva aerolínea comercial bajo el mando y administración militar y operando con base en el aeropuerto Felipe Ángeles.
Vale la pena decir que se pretende el inicio de operaciones este mismo año, comenzando con 10 aeronaves, cuyo tipo y marca no se ha decidido, en rutas que tampoco han sido especificadas.
Esos aviones requieren, de acuerdo a estándares internacionales, de al menos 12 pilotos por cada uno de ellos, para un total de 120 aviadores, vengan de donde vengan, cuya capacitación puede tener un costo total aproximado de 5 millones de dólares, además de un periodo de tres o cuatro meses de entrenamiento.
Tampoco hay datos todavía sobre la renta de aeronaves, que puede rondar los 350 mil dólares mensuales cada una, si hablamos de aviones modernos de corto y mediano alcance, y del pago de seguros necesarios de acuerdo a reglas internacionales.
En fin, no se sabe todavía sobre la estructura financiera ni operativa de la nueva aerolínea y, no sería de extrañar que todo fuera guardado a la opinión pública por cuestiones de “seguridad nacional”.
Ya hemos visto varios intentos y sabemos, por experiencia, que diferentes gobiernos no han sabido administrar aerolíneas comerciales en el pasado, que han acabado en rotundos fracasos y en grandes pérdidas para los contribuyentes y, por lo que se puede ver, el gobierno actual no sería la excepción.
Como sea, el mensaje completo, que abarca varios pasos y que amenaza a nuestra industria aérea, ha sido recibido por todos los actores de la industria en México, que ya han dejado clara su posición sobre estos temas.
Al final, estamos hablando de un solo asunto que, desde varios puntos, estaría encaminado a lograr la viabilidad, sea como sea y al costo que sea, de un aeropuero como el AIFA que, aunque ya fue inaugurado hace 11 meses, todavía no está terminado, incluyendo las vialidades necesarias para mover millones de pasajeros y miles de toneladas de carga cada año.
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