Pasar al contenido principal
28/11/2024

Replanteando la estrategia de desarrollo aeronáutico integral: el problema (1)

José Medina Go… / Domingo, 3 Abril 2022 - 17:37

Comentamos en este espacio la semana pasada que el tema inauguración del AIFA queda ya rebasado y superado. Lo que parecía un “evento relevante” realmente es solo la antesala a afectaciones más profundas a la aeronáutica nacional. Coyunturalmente, se han suscitado varias declaraciones internacionales que de entrada de banda parecen no tener nada que ver con el sector aeronáutico, pero de manera indirecta influyen contundentemente.

Empecemos por la firme declaración de la Oficina de la Presidencia de los Estados Unidos, titular ejecutivo de nuestro principal socio comercial, de un nutrido paquete de apoyo económico a la industria y la actividad comercial en Centroamérica y parte de Sudamérica. En términos objetivos, es un paquete de estímulos muy atractivos, que sin duda van a promover la inversión privada local y que directa e indirectamente le inyecta una bocanada de aire fresco al sector aeronáutico regional. Sin embargo, evito usar el término “Latinoamérica” por una simple y sencilla razón: México fue excluido totalmente de ese paquete financiero y de recursos.

Existe una clara y contundente explicación para que se haya tomado esta decisión en Washington: la política exterior mexicana -como reflejo de la política interior- en la presente administración ha perdido rumbo. Toda la tradición diplomática de México fue eliminada de golpe, asida en un alijo de excelentes e incuestionables tradiciones y sustituida por un discurso motivado por intencionalidades de coyuntura del ejecutivo federal. Flaco favor le hace esto a la imagen internacional de México, y era obvio que tarde que temprano habría consecuencias. Esta es solo una de ellas.

De manera casi simultánea declara el titular del Comando Norte de Estados Unidos, cuya área de responsabilidad abarca México, que en nuestro país se encuentran activos e intereses de Inteligencia de la Federación de Rusia, y que ello afecta a su Seguridad Nacional. Poderosa declaración, pero peor fue cómo se respondió desde la titularidad de nuestro liderazgo nacional: recriminaciones sin fondo, reclamos sin sentido, descalificaciones sin sustento. Para pronto, simplemente parece que no se entiende en esas elevadas esferas la trascendencia estratégica de esa declaración, y la imperiosa urgencia de responder informada y responsablemente. ¿En qué nos afecta eso como sector aeronáutico? Influye sobre nuestra credibilidad, en la confianza que transmitimos y en que de manera indirecta -pero consecuente- somos un riesgo de Seguridad Nacional a Estados Unidos.

Pero si eso no fuera suficiente, tenemos las declaraciones de numerosas agencias de Estados Unidos donde señalan que no apoyarán financiera y operacionalmente, al menos por el momento, a las instituciones del Estado Mexicano al no considerarlas confiables. Doloroso ver que su desconfianza se fundamenta principalmente en las instituciones permanentes que (en teoría) gozan de elevada confianza entre la población mexicana: las Fuerzas Armadas. Fundamentos para esta posición norteamericana las hay y de sobra, pues en los últimos tres años poco se ha hecho desde estas instituciones para inspirar certidumbre, confianza y transparencia.

Esto afecta a la aviación nacional por que recordemos que quienes son parte integral del sistema de Seguridad Aérea son precisamente estas instituciones. Una pérdida de confianza y de estímulos internacionales en este rubro, tarde que temprano influye en la percepción de actores públicos y privados nacionales e internacionales serios sobre la integridad de nuestra aviación y de nuestro espacio aéreo.

Y para aquellos que cuestionen por qué me concentro en señalar sólo comentarios que provienen de nuestro vecino del norte, imposible es desconocer que es nuestro principal socio comercial, nuestro interlocutor internacional más trascendente, y la principal potencia mundial. Sin duda habrá quienes quieran desvincularse de Estados Unidos bajo un discurso ideológico alejado de toda realidad, pero se trata de ser objetivos y pragmáticos, no dogmáticos ni retóricos. Bajo este planteamiento, existe entonces un problema grave en la concepción de los intereses estratégicos nacionales, pues ante estos y otros problemas nacionales e internacionales la respuesta ha sido prácticamente nula.

Pero como he apuntado en este espacio en numerosas ocasiones, no se trata solo de generar críticas sino también de ofrecer posibles soluciones. Resulta relevante y trascendente ofrecer una propuesta clara, directa y trascendente para replantear nuestra Estrategia de Desarrollo Aeronáutico Integral. Ciertamente, el planteamiento del suscribiente no es el único camino, pero sirvan estas intervenciones para ofrecer material para la reflexión y para aportar ideas sobre las cuales discutir y reflexionar. Debido a la extensión necesaria para abordar el tema, será esta una serie de columnas semanales donde abordaremos en cada entrega uno o dos conceptos esenciales para la conformación de una propuesta preliminar que beneficie armónicamente al sector público y privado de la aeronáutica nacional, y que involucra a civiles y militares de manera coordinada.

Parece un proceso complejo, y de hecho lo es. Pero debemos entender una de las grandes máximas de la historia contemporánea de nuestra civilización: no todos los especialistas de la aviación tienen pensamiento estratégico, pero todos los pensadores estratégicos deben incluir a la aviación. Ésta no se hace desde tierra pensando en el aire, sino desde la altura viendo a tierra; así como la estrategia no se planea desde el hoy hacia el mañana, sino diseñando el porvenir y en consecuencia planear hasta el hoy.

Cambios de paradigmas, de puntos de vista y de conceptos son las normas esenciales del rediseño de nuestro entorno para un próspero porvenir. Esa siempre ha sido la consecuencia inevitable de la aviación. A esto nos ocuparemos en futuras entregas. Debemos ver a las alturas y hacia adelante, no hacia abajo y hacia atrás. Para ello debemos desarrollar pensamiento estratégico prospectivo, y sobre todo tener la más grande atribución humana para ello: debemos tener voluntad.

Tal vez eso es lo que le falta a la presente administración en materia aeronáutica.

Facebook comments