En este espacio hemos mencionado constantemente que urgente e imperativo que México desarrolle una Visión Estratégica en lo que se refiere al aire y al espacio. De igual forma hemos insistido en el hecho que todo parece indicar que mientras que hay interés en la población en torno al ámbito aeronáutico y aeroespacial, y el sector privado ha realizado importantes avances para aprovechar este entorno, el sector gubernamental mexicano parece seguir en un letargo que raya en una visión del ayer totalmente desactualizada e incompatible con la realidad global. Esto es una lamentable realidad que parece que constantemente vemos reiterada, pero ¿por qué ocurre esto? ¿qué es lo que motiva a este comportamiento?
Será labor de esta breve colaboración semanal ofrecer al lector una hipótesis de trabajo de las causas de esta lamentable situación, así como en caso de que dicha aproximación sea verdadera ofrecer una potencial solución. Indudablemente tratándose de un problema complejo los orígenes provienen de una multiplicidad de fuentes y causas, pero muchas de ellas pueden ser agrupadas en un mismo conjunto. El mismo hacer referencia a la educación y la formación que recibimos a nivel sociocultural en torno al tema aeroespacial.
Si hacemos una comparación analítica con otras sociedades, particularmente aquellas que actualmente exhiben importantes desarrollos, avances y prospectiva aeronáutica y espacial veremos un común denominador entre ellos: todos cuentan con una postura clara y definida en lo que se refiere a la promoción pública y mediática del aprovechamiento y el desarrollo del aire y el espacio, acompañado de programas públicos y privados con alto valor agregado de educación y formación en temas relacionados directa e indirectamente a estos ámbitos. Dicho de otro modo, aquellas sociedades que actualmente exhiben avances y prospectiva significativa en materia aeroespacial lo han logrado en buena medida a que han invertido en educación y formación de su sociedad en la materia.
Es así como es posible apreciar la sumatoria integral en una espiral ascendente de interés de la población debido a programas educativos y formativos en materia aeroespacial, que a su vez le otorgan visión prospectiva a la sociedad de un Estado en esta materia, la que a su vez le otorga un mayor dinamismo interno en la vida cotidiana de su entorno como parte integral del desarrollo. Es este proceso auto-reiterativo que paulatinamente va fortaleciendo e impulsando a una sociedad para ampliar sus horizontes y consolidar en el imaginario económico, político, social y militar el aire y el espacio como medios de proyección y desarrollo. Cabe señalar que los cuatro entornos del imaginario anteriormente referidos son los componentes esenciales del Poder Nacional, y en consecuencia aquellos esfuerzos que se realizan para impulsar el ámbito aeroespacial se reflejan directamente en las capacidades con las que el Estado cuenta y contará para gestionar, consolidar y ampliar sus intereses estratégicos.
Si esta hipótesis integral es cierta –y existen cuantiosos elementos probatorios de la misma- entonces la receta es clara para incentivar el desarrollo nacional en la materia, pero también nos explica el pro qué en nuestro país parece existe una resistencia (al menos pasiva) ante el estímulo de la gestión aeroespacial: hay una importante carencia educativa y formativa pública en la materia que se viene arrastrando por generaciones. Mientras que indudablemente nuestro país es un referente latinoamericano en materia de aviación civil y militar, así como un digno exponente de la innovación y la gestión de nuevas aproximaciones a este importante ámbito, es una realidad ineludible que nos hace falta invertir positivamente en educación y formación aeroespacial, tanto en su dimensión técnica como en materia de visión y prospectiva.
Si nos atrevemos a revisar los currículos formativos de las Ciencias Políticas y Sociales en nuestro país ninguno cuenta con una materia o tema de desarrollo ni visión aeroespacial, si profundizamos en las disciplinas sociales como Derecho encontraremos limitadas cátedras en la materia, y si revisamos los limitados programas de estudios geopolíticos a nivel nacional encontraremos si acaso menciones acotadas y tan sólo complementarias al empleo estratégico del aire y el espacio. Incluso en programas especializados de Administración Pública en nuestro país el entorno aeroespacial es relegado a un complemento circunstancial y no necesariamente consecuente.
Trágica pero innegable es la situación en que se encuentra nuestra postura educativa y formativa en la materia, pero explica bien el por qué el liderazgo actual de nuestro país, en la mayoría de sus niveles y ámbitos, no concibe este importante entorno como un componente estratégico para la nación: nunca fue inculcada en ellos esta visión de la Administración/Gestión Pública nacional para el desarrollo. Reconociendo esta como la probable causa de la situación en la que nos encontramos , prudente y necesario es enmendar esta situación. Para tal fin es importante generemos una reflexión nacional integral en la cual la visión y gestión aeroespacial de manera académica, formativa y reflexiva se comience a inculcar a todos los niveles y entornos nacionales.
Los efectos de dichos esfuerzos no será inmediatos, pero sus efectos serán palpables en el mediano y largo plazo. Una nueva generación de Mexicanos puede aspirar a adquirir y proyectar una nueva visión en torno al futuro de nuestro país; y desde diferentes entornos, ciencias, disciplinas y ámbitos profesionales pueden coadyuvar al desarrollo nacional a través del impulso de una gestión nacional aeroespacial geoestratégica. La lógica racional nos indica el beneficio será duradero y consolidado, pues no sólo evitaremos recaer en equivocaciones e ineficiencias político-administrativas futras, sino también podremos impulsar el desarrollo y la gestión nacional hacia el porvenir en un ámbito de total compatibilidad y competencia global. Puede parecer una aspiración ambiciosa, aunque su origen es claro y contundente: si queremos avanzar al porvenir, debemos invertir en educación y formación. Solo a través de ellos podemos adquirir visión y proyección, dos componentes que urgentemente deben complementar el actuar cotidiano de nuestra gran nación.
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