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03/12/2024

El tema sigue siendo: Seguridad

Rosario Avilés / Martes, 4 Septiembre 2018 - 09:16

El día de mañana, si no se vuelve a posponer, la Dirección General de Aeronáutica Civil de la SCT, informará de los avances en la investigación del accidente del 31 de julio en el aeropuerto de Durango, en el vuelo 2431 de Aeroméxico Connect.

Ya se han filtrado a los medios algunos datos de la investigación que, se supone, debería mantenerse en reserva hasta que las autoridades competentes dieran un primer informe a los 90 días de ocurrido el accidente (es decir, aún falta para ello). Esto nos muestra cómo la presión de los medios de comunicación y las redes sociales de hoy en día, están poniendo en jaque los procedimientos que el Anexo 13 de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) establece para los caso de investigación de accidentes de aviación.

Pero el anexo 13 tiene, además, sus causas bien fundamentadas. La investigación de un accidente tiene varias etapas e incluye muchos análisis basados en diversas disciplinas. Si la información comienza a filtrarse se presiona más el proceso y se corre el riesgo de simplificar las cosas o sacar conclusiones apresuradas.

Es bien sabido que la investigación de accidentes de aviación se hace no con el fin de encontrar “culpables” y penalizarlos, sino con el afán de hallar los factores que contribuyeron y cómo evitarlos en el futuro. De ahí surgen recomendaciones para toda la industria que han logrado que la aviación sea el medio de transporte más seguro del mundo.

Es por ello que resulta indispensable un análisis real y desapasionado de la secuencia del accidente de Connect. Se ha difundido ya que hubo un tercer piloto, un TVC o Tripulante Viajando en Cabina. Lo que no se ha dicho es cuál fue su papel en el desarrollo de los acontecimientos.

En principio, hay que decir que un TVC no es ni inusual ni ilegal en el mundo de la aviación. En todas partes del mundo los tripulantes gozan de la cortesía de poder viajar en las cabinas en el tercer asiento, siempre y cuando se identifiquen como tales.

Hay algunos casos en que esta circunstancia ha permitido salvar algún vuelo, ya sea porque el comandante o el copiloto sufren algún percance o simplemente porque su opinión podría apoyar la toma de decisiones. No quiere decir que éste haya sido el caso y si se confirmara alguna mala práctica, Aeroméxico y los tripulantes (que en este caso están vivos), deberán tener sanciones.

Lo que resulta más urgente es que nuestro país se tome en serio el asunto de la seguridad de las operaciones aéreas, tanto del lado del gobierno como de las aerolíneas, las escuelas, las empresas ejecutivas y todo aquel que preste servicios de transportación aérea.

Son ya demasiados los avisos de que los incidentes y accidentes están rebasando los márgenes “normales”. Hablamos no sólo de aviación comercial donde los eventos han sido pocos si los comparamos con la aviación general, pero entre 2010 y 2017 hubo 583 accidentes de los cuales sólo se investigaron 92 y aunque en los años más recientes el número se redujo, la investigación no logró repuntar.

Conviene, además, decir que a un accidente le anteceden muchos incidentes, la estadística muestra que cada año se dan más de 100 incidentes y esto quiere decir que nuestro país necesita una cirugía mayor en este aspecto. Y las aerolíneas, los tripulantes  y el propio gobierno, necesitan sensibilizarse acerca de la importancia de cumplir con rigor los procedimientos y apegarse estrictamente a los cánones de seguridad que la OACI y los fabricantes establecen. Un asunto que hay que enfrentar con todas sus consecuencias.

Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio. E-mail: [email protected]; twitter: @charoaviles

 

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